No podría vivir en Perú haciendo lo mismo de acá
Ysabel Llumpo llegó a los 16 años a vivir a Chile desde Perú. Se casó con un chileno, tuvo tres hijos y con esfuerzo formó su hogar hasta que la vida la golpeó con el fallecimiento de su marido. Trabaja incansablemente haciendo pasteles para sacar adelante a sus hijos, uno de ellos con autismo.
Ysabel es miembro del Banco Comunitario Ave Fénix de Lo Prado.
Llevo 23 años viviendo en Chile. Me casé con un chileno y en 2011, por las cosas de la vida, mi marido falleció en un accidente. Quedé con tres hijos. El Nico, el del medio, es autista. Mi hija, la niñita, quedó de seis meses. Recibo una pensión de viudez de 163 mil pesos.
En el tiempo de Fujimori hubo ese golpe de Estado y a nosotras con mi prima nos tomaron para hacer el servicio militar obligatorio cuando yo tenía 15 años. Tenía una tía viviendo en Chile, ella nos quiso sacar de ese ambiente y nos invitó para acá. Salimos con la expectativa de volver, uno nunca viene con la expectativa de quedarse.
En el 2000, yo trabajaba cuidando enfermos en un hogar en Ñuñoa. Ahí conocí a una amiga, en su cumpleaños ella me presentó a mi esposo. Cuando mi marido sufre este accidente, cuando lo estaban enterrando, el Nico me miró y dijo: “Papá”, y desde ahí nunca más habló. Se descompensó totalmente. Benjamín dijo que quería estar con sus abuelos de Perú, con mis papás. La psicóloga me dijo que lo dejara ir. El Benja se fue a vivir a Perú en julio de 2015. Le va muy bien en la escuela, asumió la muerte de su papá, dio un cambio.
La mutual, donde soy pensionada por viudez, me preguntó por qué no me buscaba un emprendimiento. Así llegué a la municipalidad e hice el trámite. Empecé vendiendo ropa usada en el Persa. Después me tomaron como familia vulnerable. La doctora del Nico decía que era necesario que yo me tomara más tiempo con él para empezar de nuevo, para recuperar todo lo que habíamos avanzado. Y encontré esta forma. Con el programa Yo Apoyo tu Plan Laboral, ahí empezó todo esto. Ellos me ayudaron regalándome el horno industrial, moldes y materiales para pastelería.
Mi puesto se llama “Ysbenia” por Ysabel, Benjamín, Nicolás y Amanda. Tiene el nombre de mis hijos y vendo en el Persa de Los Tamarindos. Hago pie de limón para vender por porciones o entero, queques de variedad de sabores y merenguitos.
He seguido los proyectos del FOSIS y así me he ido ganando más proyectos. De ahí se me acercó Johanna, de Fundación Crecer, y me invitaron a participar en un Banco Comunitario. Ha sido una herramienta fundamental porque me ha ayudado con crédito y capacitaciones. Lo que yo recibo de la Fundación Crecer lo invierto en todo lo que es mercadería.
No podría vivir en Perú haciendo lo mismo de acá, tendría que empezar todo de nuevo. Además está el tema de la salud del Nico. Yo trabajo porque me gusta. Me siento bien cuando me dicen que tengo mano de monja o que está rico. Eso me hace feliz.
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